Hace 5 meses, Kanaka Buda se expandió-transformó hacia Bhumi. Bhumi es un proyecto que empezó con mucho trabajo de quienes lo fundamos, pero también con mucho apoyo por parte de la Sangha de la tradición a la que formo parte: Mahajrya. Muchas personas de todas partes del mundo, desde Dinamarka hasta México y Estados Unidos, España, Canada y Alemania, aportaron al Go Fund Me que creamos para que Bhumi pudiera existir. También mis amigos escritores, desde Barcelona, NY, California, Argentina, Ecuador y México pusieron su dinero para que Bhumi se manifestara aquí, justo en la frontera entre México y Estados Unidos. Donde el Síndrome de Shock Post-traumático es el pan de cada día, debido al desplazamiento forzado de cientos de miles de familias, durante los periodos duros de la guerra en la frontera mexicana, desde las desapariciones de mujeres y ejecutados en 1993, hasta las matanzas diarias a partir del 2009.
A cinco meses de su fundación, como una escuelita de técnicas de sanación y un espacio comunitario para la paz y el depsertar de la conscienica, Bhumi comienza a restructurarse. Bhumi no es algo quieto, Bhumi es una estructura viva que nace y muere todos los días. En Bhumi yace la intención y el apoyo de todos quienes aportaron su dinero, pero sobre todo su magia. Porque el dinero no es sólo dinero, es fuerza, tiempo, fe, prudencia, manifestación y, cuando es así (y cuando sabemos que -aunque nos incluye- no se trata de nosotros) es una fuente que no termina de dar y de aportar.
Por primera vez pude ver la fuerza de la consciencia colectiva, soy testigo de la intención brillante, de la fuente de amor puesta en nuestras manos por los magos del mundo, para un proyecto de expansión de consciencia inagotable. Lo he descubierto estos días y me ha causado la felicidad y el miedo que se siente cuando uno toca la verdad. Por primera vez en esta encarnación pude ver que el dinero es un motor que se establece y hace a nuestra realidad avanzar.
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Sangha (संघ) es una palabra en sánscrito que significa comunidad, o sociedad y en las comunidades budistas, se considera una hermandad preciada, un refugio.
Tich Nhat Hahn diría que es una comunidad en la que sientes que has llegado a casa. Es un término que invita a vincularnos hacia afuera, hacia la verdad infinita de la no-separación.
La Sangha, podría considerarse la realidad entera. Porque uno puede sentir la paz silenciosa que nace en el corazón de un lirio, o el fuego veloz en los ojos de un pájaro, o el movimiento silencioso y constante del mundo vegetal. Estas en casa. Con la práctica suficiente puedes tranquilizar tu corazón en ese “estar”. Como quien regresa a su lugar favorito después de un día de mucho trabajo.
Uno resiste la vida y la muerte todo el tiempo, estamos condicionados para no detenernos, para adherirnos al mundo de la aceleración antinatural que nos obliga a ser dos personas siempre: una para la sociedad, otra para la intimidad. Uno comienza a creer que es verdad, uno cree que es posible: subirse en esa corriente de vida rápida que nos dobla el paso, y ser tú y no tú, todos los días. Ese ritmo de vida conduce a la inestabilidad mental, a la salud frágil del cuerpo y de las emociones.
El otro día dí una clase en Bhumi y explicaba mi fascinación por los procesos de copia y cómo nuestro comportamiento afecta nuestro cuerpo y repercute en nuestra salud.
Por ejemplo: uno llega todos los días al trabajo y decide no saludar a determinado grupo de personas, porque le caen mal, porque son “mala onda”, porque “uno no va a ser parte de un grupo de pendejos”. Llevamos años, trabajando ahí y años apareciendo a la misma hora sin saludar; nuestro cuerpo, lleva años recibiendo el mismo mensaje ¿cuál es ese mensaje?
La inteligencia del cuerpo se desarrolla de forma diferente a la inteligencia de la mente; nuestro cuerpo no se explica el mundo igual que nuestra inteligencia lógica; la inteligencia de nuestro cuerpo es biológica. Nuestro cuerpo no recibe la circunstancia o la historia de los hechos, sólo recibe la emoción, y la emoción dice: no me siento parte de, me siento separado de esta realidad, no formo parte de este grupo, no me acepto como parte de todo. Nuestro cuerpo ha recibido ese mensaje el mismo día, a la misma hora, durante años! justo antes de entrar a nuestro lugar de trabajo. Hemos condicionado a nuestro cuerpo a sentir, cada vez que se une a la fuerza laboral, que está separado de todo. Por esa razón casi imperceptible, tarde o temprano, la resistencia a formar parte de, el sentimiento de separación y de rechazo, va a manifestarse en nuestro cuerpo de forma psicosomática y no sabremos por qué nuestro sistema nervioso ha colapsado, por qué pasamos por una depresión profunda, o alguno de nuestros organos ha decidido sentirse separado de todos los demás, rechazado, y ha provocado una neumonía.
Sentirse parte de, integrado con, vinculado a, es parte fundamental para vivir plenamiente, es parte de responsabilizarse por nuestro bienestar.
Hay momentos en que, por azares del destino, uno siente una profunda separación no de todo el entorno natural, sino de los otros seres humanos; nos separamos de nuestra propia especie. Entonces hace falta poner un pie fuera de nuestra autocontención: apreciar una sonrisa, un saludo, la belleza de los ojos de quien nos mira de forma cotidiana y apreciar la presencia de esa estructura humana en la que inter-somos.
Apreciar la vida de los otros y abrir el corazón para recibir a los otros es llegar a casa: es aceptar la vida. La casa no es solamente el lugar para aislarse. Llegar a casa, la mayoría de las veces, es vincularse al amor que sostiene la vida. Son los otros quienes, al abrir su corazón para que podamos llegar, nos hacen recordar lo que parece que olvidamos en momentos difíciles: en esta vida no somos solos, cada vez que lo que somos se manifiesta, se manifiesta unido a la cadena entera de la humanidad. Cada vez que alguien nos habla o siente que nos necesita, y con compasión lo vemos a los ojos y le damos la mano, o abrimos nuestro corazón para que esa persona encuentre lo que necesita, estamos sanado y fortaleciendo los eslabones de la infinitud que es nuestra especie. Eso también es la Sangha.
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