Como ustedes saben, estoy comenzando esta nueva aventura. He aprendido, a lo largo de la vida, que para ayudar efectivamente a otras personas es más benéfico comenzar poco a poco. Me ha tomado casi 20 años edificar lo que ahora comienzo, ser lo que soy para poder ayudar a los demás, haber enfrentado un sin límite de obstáculos, vivir en carne propia el duelo, la decepción, el sufrimiento, la pobreza, el miedo, el cáos, el drama de “perderlo todo”, la ruptura de corazón, el orgullo, la vergüenza; pero también el amor, la vida en toda su extensión, la mente y su capacidad de alcanzarlo todo, la felicidad, la plenitud, la abundancia, el agradecimiento; el poder de decir “se acaba una vida, pues construyo otra”, la conciencia y la unidad con todo.
La vida muestra sus propios caminos cuando dejamos de controlarla. Antier, por ejemplo, comencé el ritual para levantar un templo en este lugar, aquí en este espacio virtual, pero también desde las paredes físicas donde doy mis consultas y desde donde físicamente me ubico para imaginar. Toda la noche estuve empoderando el lugar, sintiendo como la luz dorada envolvía sus paredes, la protección de la tierra lo envolvía convirtiéndolo en un bunker de amor. Lo decidí así, sin más, que debía hacerlo, en ese momento. No sabía bien a bien por qué, ni necesitaba saberlo. Ayer, por la tarde, llamaron mis amigas, dos mujeres hermosas con grado de Sacerdote en la tradición budista a la que pertenezco; una de ellas se sentía muy mal y necesitaba un tratamiento. Entonces entendí. Mi amiga llegó con una enorme ruptura de corazón, comparto la experiencia aquí porque como Sacerdotes o Acharyas somos personas dedicadas al servicio de los demás, cada paso que damos es usado como una enseñanza, por eso me atrevo a compartirlo, con todo el respeto que mis amigas saben que les tengo.
Desde que ella entró al cuarto de reiki sentí el peso del drama que la envolvía, la seriedad con la que estaba tomándolo todo, y el trato de “pobrecita” que le daba la otra amiga. Inmediatamente hice un chiste de connotación sexual, las dos soltaron la carcajada y la tensión; no completamente pero aflojaron un poco. Una de ellas me pidió colaborar en el tratamiento de la otra. Acepté (estábamos ahí, tres mujeres poderosas, intentando disolver un drama que estaba afectando a un grado físico a una Sacerdote ¿por qué no tener un empujoncito extra?); nuestra amiga se acostó en la mesa de reiki, tenía frío, le cubrimos los pies con una cobijita de lana y comencé el tratamiento. Vi cómo su sistema circulatorio estaba en shock, era como una enorme bloque de piedra ¡necesitaba moverse! Nuestra amiga no dejaba de hablar, como si huyera al tratamiento en sí, y estaba bien, ya habían estado sumergidas en la densidad de la decepción que la había puesto así, por mucho tiempo; continué haciendo chistes mientras ponía la energía en su cuerpo; había que mover esa sangre empecinada a endurecerse por el miedo al abandono, esa sangre tensándose como resistencia al dolor; iba a ser un trabajo duro. Entonces, la otra amiga preguntó: ¿te duele la cadera? a lo que nuestra amiga-paciente respondió “No, me duele la cara”; yo pude entonces introducir el plan de trabajo en ese momento “le duele la sangre” respondí. La paciente río “Sí, tú y tus frases. Pero sí, me duele la sangre”. Entonces les expliqué el síntoma. Mi ayudante tiene especialidad en reiki, pero ya era el momento (si ya estábamos ahí, tres mujeres poderosas) de que recibiera un pequeño paseo-iniciación en chamanismo. Entonces pregunté ¿qué elemento le estás poniendo? “todos” respondió. “OK: imagina su sistema circulatorio y pon fuego, necesitamos que su sangre se mueva” Así lo hicimos, pude ver inmediatamente como ríos de luz dorada comenzaban a avanzar, y la densidad del shock comenzaba a quemarse. Mis amigas han estudiado y trabajado durísimo en este camino en el servicio a los demás, saben defenderse, dan con desinterés, entienden la percepción global de esta vida. Solucionado lo más denso comencé a revisar lo que yo llamo conos de energía, que son esos nodos que abarcan principalmente el área de la cabeza y el estómago, a esa altura, pero arriba, en su campo energético ya muy separados del cuerpo; uno puede sentirlos como enormes pelotas de magnetismo y aveces están torcidos, echos nudo, echando raíces innecesarias etc. Mi amiga-ayudante los comprendió por primera vez, pudo sentir y trabajar con uno. Estaban muy redonditos ya, listos para ser tratados con amor y luz, sin mucha resistencia a acomodarse. Sellamos el campo energético de nuestra compañera y amiga, no sin antes recordar que somos muy afortunadas, que allá afuera hay muchas personas luchando con sus decepciones y sus rupturas de corazón, completamente solas; que viven y enfrentan toda clase de shocks y traumas sin poder asirse de una sola mano, ya no digamos terapéutica, sino amiga.
Nos limpiamos con humo de salvia; nos subimos a la escoba, transitamos por la autopista cósmica para tomar chocolate caliente y ¡postres!
Qué sería de mí, y de este templo, sin estas amigas maravillosas; amigas-compañeras tan poderosas. Gracias queridas, ustedes saben quienes son.
Con amor
Kanaka Buda.-